Стихотворения Милагрос Теран (на испанском языке)

Стихотворения Милагрос Теран (на испанском языке)

Común es el amor

Común es el amor en sus inicios
cuando extiende sus ramas y toca
tu cabello, y lamina de pulsos
la epidermis. Común cuando se desvanece
y es agua que se escurre por la pendiente
como cera ante el fuego.
Ordinario el destierro, su dolor
el cuchillo en el vientre, la torre
de Babel y su infortunio.
Común ese desapacible insomnio
la góndola que aguarda agazapada
en la corriente donde el garfio iluminado
nos acecha. Frecuente la sonrisa,
la nostalgia de ayer, el futuro terror
y su placer, el motor de la vida,
la poesía.

En este fin de siglo

Que el roce de su ala no me arrastre
que pase de lado, obtuso
vago, loco, desquisiado.
Que no quede prendida en mi memoria
la visión de su figura,
que puedan mis ojos esquivar su mirada.
Que olvide que existo en esta circunstancia
en este país, en este fin de siglo
en que lavo mi rostro en un cuenco vacío
y reparo en la suerte
que avisan las líneas de mis manos.
Que no vuelva a tocarme con su dedo de luz,
que no anhele dejarme marcada
que su aliento no caliente mi almohada.

Díganle sí que cuando el día muera
venga en la noche a visitar mi cama
y que cabalgue sobre mí
sin verme el rostro
sin decirme su nombre
y que mañana como un ladrón se esconda

La noche roja

Una vez más con los miedos a cuestas
la sombra de mi sombra me envuelve
en esta noche roja en que no duermo.
Los acontecimientos reflejan los colores
de este día que muere.
El mar gris balancea la silenciosa góndola
donde la mente verde no cesa de pensar.
el túnel amarillo a la locura
aguarda al pie de la montaña
de tu pecho,
alli donde no pienso,
allí donde no existe luz ni tiempo
solo la eterna rebeldía dominada
entre tus brazos fuertes de animal pensante
que mueven el compás de mi torso
elástico y perfecto hasta estallar.

esta noche en que no puedo dormir
observo tu rostro plácido,
envidio tu paz.
guardo tu sabia cabeza en la memoria
en este instante de miedos eternos.

Luces de Navidad

En el aire ha quedado el olor
a colonia de tu mano,
después tu voz
recitando palabras tiernas
pensamientos filosóficos
almidonados de tristeza.

Me dices que el pasto nunca ha sido
más verde al otro lado de la cerca,
ni más brillante que las esferas que cuelgan
de las ramas del árbol.

Más no puedes dejar de sentir
la nostalgia por el regazo,
alboroto de bolsas y rollos
de papel de regalo,
las cintas de colores
y la lista de juguetes para el Niño Dios

Puedo reconocer en tí
un rastro de melancolía
el rostro familiar que tantas veces
besé en la oscuridad.

Adiós a Sarajevo

La puesta en marcha,
el bautismo de fuego,
el adiós a Sarajevo.
La mochila sucia, a ras del piso,
bajo el asiento del autobús.
La humedad de sus manos
adherida a la ventanilla fría
como el alma,
real como la guerra
sucia como el pecado
y su impotencia
sin colores alegres
solo el gris de los ojos
y el verde de los uniformes.

Otra vez la impotencia,
la frustración
el desapacible rechinar de dientes,
las fotos de lo que fue mi ciudad
infantil,
la que ya nadie podrá devolverme.

Los discursos vacíos
y el autobús
rodando sobre el fango,
dejando atrás
las voces fantasmagóricas
el miedo a las trincheras
la lumbre del hogar
el bautismo de fuego,
la tormenta.

Tareas de la historia

Si pudiera grabar para la historia
esta mirada de Scherezada en el espejo,
ojos de lumbre que cuentan
las mil y una noches de una reina.

A su lado la criatura
soñando con extraviados lanzadores
de estrellas,
ignorante a los silbidos interiores
de la madre,
(ella de veintipico de años
repasa su papel cada mañana
antes que él temprano se levante
a llenar todo).

Queé será de estos días?
tiene a las musas enllavadas
para evitar le armen el desorden
ha descolgado teléfonos y aguarda,
espera impaciente elproducto
la mariposa alada
que vendrá a liberar su diosa blanca,

los barrotes dorados
que un día dejó atrás
en los cuentos que repasa
cada noche con personajes,
al ser que llena con su presencia
todo.

Niña mía

Viendo-te, me-veo
pequeña igual a tí
dos pezones intactos
los labios
la vulva
mi madre en la otra costa
sus manos que
una vez
limpiaron con amor
y temor
mi sexo
como yo ahora
cuido-de-tí.

Tus ojos

(A Victoria Eugenia)

Tus ojos son dos
puntos
negros
:
Vida que comienza
sobre
una página
en
blanco.

Saeta
(a Federico, adolescente)

Fue un momento
los ojos enviaron la señal al cerebro
y allí frente a mí, el hijo.
De su boca salieron unas palabras sabias
el balbuceo de bebé olvidado
hace tiempo.
Las contracciones de sus músculos
la mandíbula
una vena resaltada en el rígido
cuello
David de mármol perfecto
y masculino.

De su boca la voz
otros sonidos
no más el quiero esto, o aquello.
De la lengua veloz una saeta
hiere
penetra certera en mi centro
y al frente el hijo
el hombre
no ya el niño.

Los días se suceden
y siempre sale el sol
se apaga el día
el susurro, las voces
vienen las “buenas noches”
y algunas veces “buenos días”.

Corren las tardes rápidas
y en la estación de tren
observo a este hombre
con la mirada fija
los brazos reflejando en esa carne
joven la cadena de músculos,

tensión entera
David de Donatello
en el museo de mi vida
y su voz apacible recordándome
que el tiempo pasa.

Pinoccio de madera,
el lanzador de estrellas.
Este hombre que se levanta y ríe.

Lluvia de invierno

Cuando el invierno llama
su origen se cuela por entre las ramas
y se pasa llevando lo verde,
el vasto verde eterno
de la vida.

La lluvia se deja caer
como mujer desnuda en una cama
susurra cosas tiernas
que las hojas se pasan llevando.

Las gotas se traspasan
por entre las rendijas
y la tierra se llena de olor
bajo la infinidad de charcos.

La piel del firmamento
se desgasta
como una flor silvestre,
cuando el invierno llama
todo en la eternidad
se vuelve gris.

Dueña de todo

cuando la libertad deje
pasar por alto
las imperfecciones,
cuando venga el olvido
se mueran las noches
con sus nombres,
cuando solo quede el esqueleto
de esperanzas e ilusiones
repartidas
estaré segura de haber sido
-al fin-
dueña de todo.

La noche roja

Una vez más con los miedos a cuestas
la sombra de mi sombra me envuelve
en esta noche roja en que no duermo.
Los acontecimientos reflejan los colores
de este día que muere.
El mar gris balancea la silenciosa góndola
donde la mente verde no cesa de pensar.
el túnel amarillo a la locura
aguarda al pie de la montaña
de tu pecho,
alli donde no pienso,
allí donde no existe luz ni tiempo
solo la eterna rebeldía dominada
entre tus brazos fuertes de animal pensante
que mueven el compás de mi torso
elástico y perfecto hasta estallar.
esta noche en que no puedo dormir
observo tu rostro plácido,
envidio tu paz.
guardo tu sabia cabeza en la memoria
en este instante de miedos eternos.

Niña mía

Viendo-te, me-veo
pequeña igual a tí
dos pezones intactos
los labios
la vulva
mi madre en la otra costa
sus manos que
una vez
limpiaron con amor
y temor
mi sexo
como yo ahora
cuido-de-tí.

Vivo en un país de papel verde

Vivo en un país de papel verde
donde los autos se estacionan en torres
y el aceite de los barcos
alimenta a las algas marinas.

Vivo en un país de mujeres solas
y de hombres solos
que quieren encontrarse
pero cuando se ven sus ojos huyen.

Vivo en un país donde se ha puesto de moda
la monogamia,
la anuncian en “Estilo”
como una camisa de fuerza.

Así revelan las encuestas
exhortan a la población a usar condón,
y todo eso al subconsciente.

Vivo en un país de sectas,
fanáticos locos disparando
contra ancianos solos en el piso veintiséis.

Vivo lejos del sol
y de las salamandras
en océanos, sin palmeras, sin Dios.

NOCHE
La pesadumbre
pinta
de negros colores
la noche
del negro
que ve todo negro
de noche
MANDRIL EN LA MEMORIA

La memoria del tiempo
es un mandril
cruzando la carretera.
La cabeza pequeña,
hocico largo,
pardo en la parte superior.

Pardo el color de la memoria
como esta tierra
que dice que el pasado pasó.

Este día nublado
con leopardo que atisba
carnicero
me grita que el presente es perpetuo
nos acompaña
bebe con nosotros.

El presente es el tambor
de mi pecho
las maracas de mis senos
y el vigor de tu amor
junto a la extraña calma de mi mar.
EL JARDINERO

Entierra la pica sin fuerzas,
con los dedos largos y
aburridos
de hacer lo mismo cada día.
Lanza larga en la mano
de guerrero desnutrido.
Desde su overol rojo
de algodón,
observa el terreno,
los dos acres
las hojas muertas
las ramas crecidas.
Gotas de sudor
caen sobre el cuello tostado
curtido de tierra
endurecido el rostro
de lodo,
del día de sol,
tierra debajo de las uñas
y en el alma
un dolor.
DESDE LA ALMENA

Monta la guardia en el muro
Prepara los alimentos
Observa la dirección del viento
Sigue el paso de los niños que
distraídos
dejan caer sus monedas
al suelo.

Abre las manos anchas
hasta los extremos del
mundo,
Encierra en el abrazo
los tres océanos
Aprieta tu flor
El reloj de arena
su pequeña cintura.

Espía por el ojo torcido
de la cerradura.

Monta la guardia en el muro
Esconde en el dedal
los malos pensamientos.
Regresa el conejo
al sombrero
Dispone de la buena mesa
Ahoga el vendaval.

El ECO DEL TAMBOR

Hoy voy a abrir mis alas
a la hora del eco
en la mañana
cuando niñas en uniforme
a cuadros
apresuran sus pasos
sobre el camino de tierra,
cuando se burla de mí
la paloma africana
que habita en el jardín
y las roncas voces
me recuerdan:
no eres de aquí!
no eres de aquí!
MONOLOGO

En esta edad no temo a nada
el cuerpo no rinde más culto
a la belleza
ni el alma busca a tientas su origen.

A mis tres años
tengo la experiencia de una mujer
de setenta,
liberada de selvas y de cazadores
blancos
sin miedo a entrar en aguas
de verdes cocodrilos.

En esta edad
no temo a sentarme mal,
tengo las dos piernas abiertas
donde se divisa un hueco negro marco de tu risa.

Tengo la energía para jugar con leones,
dar paseos lentos subida a un elefante,
perezoso y tristón,
asida a su lomo ceniciento.

Agarro con mis manos las tormentas
caben en un rincón las nubes
todo el hemisferio austral
en la sonrisa.

En un cuento de viejas
una enérgica niña
salta de una alta pared al vacío.
SAFARI

Camisas manga larga, de algodón, ligeras para el día
Sudadera para la noche, cuando atempera
Camisetas
Pantalones cortos por el calor
Sombrero, por supuesto
Anteojos de sol para evitar el resplandor
Traje de baño, para lavarte afuera en pleno monte
Sandalias para bañarte
Libros, juegos de mesa para entretenerte.
Cámara fotográfica, película, baterías cargadas
Binocular, para divisarlos desde antes que te vean
Loción protectora de sol
Tu tratamiento antipalúdico
Productos de baño: champú, jabón, desodorante, cepillo y pasta de dientes
Linterna, muy importante, para encontrar el camino en la noche oscura
Una libreta de dibujo y lapiceros

Un diario.
TURISTA ACCIDENTAL

Cansada de escuchar
de servir de sicóloga tiempo completo
hojeo las revistas coloridas
que venden productos farmacéuticos,
zapatos, joyas, cosméticos
los autos de moda
los veleros en el océano
las últimas películas
el amor juvenil de la pareja
que abrazada se recuesta contra la pared del Coliseo.

Paso las páginas rápidas
suben y bajan mis ojos regocijándose
con esta fantasía plena.

No más arbitro,
no más silencios vergonzosos,
el cielo azul del Mediterráneo
la pirámide de Gaza
la arena del mar entre mis dedos.