Стихи Руби Арана

UN TALLO DE SONIDO

Los ojos de los charcos los habita la luna

no hay héroes sino madres de corazones rotos
el cáliz en las manos de los artesanos
es dolor en las manos y piedra ensangrentada
los ojos de los charcos los habita la luna
Desde la piedra blanda en dolor la arcilla
la cabellera del aire barre por sus lugares
y la luna es la magia la diosa o la muerte
Los ojos de los charcos los habita la luna

En los ojos del gato las luces del relámpago
su luz hecha instante y todos
los gatos de la ciudad encienden sus ojos para
iluminar la ciudad a ellos los habita el enigma
un vino espeso
Los ojos de los charcos los habita la luna
Por los solares en el radiante día el sol
rueda de su centro su círculo
en su punto del color oscuro ahí mismo
Los ojos de los charcos los habita la luna

Gira gira girasol
tu cetro centella tu parte del círculo
su cuerpo abierto una gran luna llena como la
tierra
Los ojos de los charcos los habita la luna
Cuando del cosmos llega la noche ejerciendo
sombras su temblor de agua y estrella
Los ojos de los charcos los habita la luna

La ciudad y los mártires no hay héroes solo
muertes
por un rayo de luna bajan las almas de los
muertos
Los ojos de los charcos los habita la luna
Poetas lanzan pétalos iluminados
a ras de las piedras a ras del viento iluminado
la innumerable rosa iluminada
de un tallo de sonido se deshoja

Los ojos de los charcos los habita la luna.

SALMO

Ira levanto hacia tí, Señor.
Esta ira es el incienso.
Delicada música de lágrimas levanto
no para conmoverte
porque tú eres Jehová, el dios cruel.

Desilusión elevo.
Mi desilusión es el incienso.

Como rama de frutos te ofrendo, Señor,
insomnio.
Insomnio es incienso.

Borraste su sonrisa.
Secaste el champaña de su piel.
Tramaste el derrumbe de un magnífico porte.
Conspiraste a sus ojos verdes.
Derramaste su frente pura.
Convertiste el espacio de mi hogar en Gólgota.

Congelaste en tu sombra el puñal
e hiciste sangrar su corazón.
He ahí la presencia del fuego.

Silenciaste el brillo en su mirada
para gloria de la yerba niña,
que su bello ser como esplendor
                                        de un rayo manso
por toda la densa superficie esparciera
                                        profunda esperanza.

Pero dejaste ciegos mis ojos.
Llena mi casa de soledad.
Demudados mis órganos vitales.
Desgarrada esta voz
                                        hasta la muerte.
Rojo mi pensamiento,
ansioso el pecho mis entrañas
                                        abiertas:

¡he aquí tu presencia en el fuego!

Allá de la vida elevo ofrenda de sangre.
Pan de proposición es mi ofrenda.

Su sangre es incienso.

No era sólo tuyo, Dios:
                        mío en el vientre.

¡Sin la cooperación de mis entrañas
no hubieses realizado
                                            el milagro!
Dentro del agua mística
percibió el descenso
                                            de nueve lunas.
Su germen creció y yo era la tierra
y tú, tú eras el cielo.

                                            Ya no.

 

Se derrumbó la luna llena

Se derrumbó la luna llena ésta noche nada
          brilla sino despúes estrelas años luz
extinguidas para este assombro.
Se durrumbó la luna em mis manos.
Mi alma trista hasta la muerte
          contempla l aluna entre mis manos,
la noche que me abandonas, la plata
          de las estrelas vencidas.

 

Escrito em el féretro de Odín

                              A Natividad Hernández

La muerte
          me está hablando con sus manos inmóviles,
la coronada divinidad del silencio.
          Su numinosa oscuridad adelgaza
o se planta sol negro.
          La muerte está mirando
con el rostro de todos amanhecida,
          su silencio chisporroteando la noche,
en lo órfico, en mí,
          íngima y liberta Thánatos
su sombra alucinada de quietude.

Aquí el verbo sucumbe.   

 

EL POETA Y EL ESTRO
 

Así vi el día derretirse

como espiga de hielo al sol de sí brillaba alter fijo del ego

su músculo de llama Así vi a la noche arder su sombra

antes del alba cuando no te dejan dormir los nombres

al músculo de llama, su sombra estremecida Aguafuerte de la Venus Sonámbula

 

Neurótica la luz de sus ojos.

Venus hija de la idea y el agua criatura de lágrimas y lluvias

salida de ese olor del mar. Tambalean el cuerpo oceánico

sus leves pies sus pasos sus breves inseguros pasos

de niña sonámbula. La rosa exótica en sus manos
       sangra con nieve oscura
al dormido jardín que hunde
a su peso el líquido  
         relámpago del agua.