Ida Gramcko (Puerto Cabello, 1924) será una de las dos figuras carabobeñas homenajeadas durante toda la semana que estará en Valencia la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo. Tal oportunidad es propicia para que Papel Literario recuerde la vida y obra de esta prolífica escritora Virginia Riquelme
“Esta orfebre, esta artesana exuberante, esta arquitecto del lenguaje, esta tejedora agilísima trenza y destrenza, entreteje conceptos, pensamientos, sentencias, definiciones primigenias, imágenes, metáforas, símbolos, integrando discursos insólitamente ritmados, construcciones únicas dentro del panorama de nuestra más alta poesía”.
Sobre la mesa algunos poemas, unos cuantos artículos de prensa y un texto crítico impecable de Guillermo Sucre que intenta abarcar toda la vida y obra de Ida Gramcko.
Ante ellos me doy cuenta de lo difícil que va a resultar escribir sobre esta mujer. Sin embargo, hay una imagen que no deja de repetirse: la de unos tobillos de mujer, más bien la de unos talones muy bien asentados y que están asidos por una fuerza particular, la fuerza de lo literario, la fuerza de lo poético. Esta es la imagen que me viene a la cabeza cuando intento algunas líneas sobre Ida Gramcko: una mujer cuyos talones están cogidos con bastante fuerza por la literatura, por la poesía, por la imagen. Una vida más bien, una vida vivida a través, con y desde la literatura. Mas, entiendo que esta imagen no ha llegado sola, pues al agudizar la mirada están tres frases resaltando en el ensayo de Guillermo Sucre. La primera dice haberla aprendido de Borges: “los poetas ejemplares son aquellos cuya verdadera biografía es creada por sus obras”. La segunda es sobre Ida Gramcko: “que la vida no desmintiera nada de lo que había escrito, ese, creo, ha debido ser su íntimo orgullo”. Y la tercera, de la propia Ida Gramcko, me hace entender algunos ecos de la obra de la poeta: “me alegra saber que, aún durante el sufrimiento de mi enfermedad, yo continué siendo poeta”… esta frase también me permite comenzar a escribir, tanteando algunas ideas.
Al leer los textos de Ida Gramcko nos damos cuenta de que interactúan entre ellos, se apoyan unos sobre otros, vienen y van, nos fijamos en la selección atinada de cada una de sus palabras, del verbo preciso para el artículo de prensa, del verso exacto para el poema. También los textos de Ida Gramcko tienen un peso, un peso específico que hace que la suma de sus partes se vaya haciendo sumatoria perfecta, exacta; esa sumatoria que forman sus ensayos, sus obras de teatro, sus artículos de prensa, sus poemas, todo lo dicho y escrito durante años de carrera literaria y periodística. Por esto y muchas cosas más: no es fácil hablar sobre los textos de Ida Gramcko, porque Ida Gramcko no hace más que volverse conjunto, no hace más que sumar; sumar palabras, sumar imágenes, sumar textos.
Sus imágenes, destellos de magia
De los poemas de Los estetas, los mendigos, los héroes, Ángel Rosenblat opinó que Ida Gramcko los había sacado del alma (sin duda alguna podríamos adherirle tal sentencia a todos los poemarios de la autora porteña). Pero ante tal afirmación la poeta no tuvo más que palabras sacadas de la misma fuente para responder a la apreciación hecha por su amigo y admirado ensayista: “me di cuenta de cuánto había comprendido. Los más agudos sentimientos tienen un carácter casi tempestuoso.
Se sacan del alma los amores, los ensueños, las esperanzas, la poesía, la filosofía (…) Todo lo que en verdad sentimos en lo más profundo, se saca del alma. El amor se saca del alma en besos, caricias, palabras de dulzura y compañía. El amor se saca del alma, cuando afrontando una dura situación, aún somos capaces de creer en la vida”. Tales palabras recuerdan y hacen cercana a esta mujer siempre tan próxima a la reflexión y a la palabra sincera.
Ida Gramcko podía estar hablando de la forma de comer de los venezolanos (tal y como en algún momento lo hizo en su columna del El Nacional “Dime qué comes y te diré quién eres”) o de la sentida muerte de algún amigo cercano, pero siempre, fuese cual fuese el tema ahí estallaba de manera grata su palabra certera. Quizás por ello Elizabeth Schön afirmó que “Ida tenía esa actitud de buscar en su lenguaje una verdad suya. Ella en eso era intachable. En la obra de Ida encuentras desde lo femenino hasta el tema de los cementerios judíos”; y todo estuvo conviviendo, hasta su muerte y todavía hoy en sus textos, en perfecta conjunción, porque en la obra de Ida Gramcko se conjugan temas, saberes y sentires tan variados que la vuelven mujer de poesía… y ahí sigue la literatura juntándole los talones y asentándole el equilibrio en la palabra.
Quiero decir que si uno se entrega a la tarea de releer los textos periodísticos y ensayísticos de Ida Gramcko –ni qué decir de su poesía que sabemos, como hemos apuntado, de su selección única de la palabra precisa– encontramos en su discurrir una verdadera recreación, en nuestra memoria auditiva y visual, de lo que la autora esté evocando, aún y cuando no conozcamos a fondo la anécdota o el tema específico al que se esté refiriendo. Quiero decir –sí, nuevamente– que la palabra de Ida Gramcko se vuelve mágica, se hace –una vez más– suma, adición, complemento, compendio, conjunto de una experiencia muy singular y especial de lectura. Tal y como nos recuerda la misma poeta en Sonetos del origen: “Tengo cierta malicia de vidente, / como una magia exacta y precavida”.
Lo que permanece: la palabra
Muchos han afirmado, y entre ellos Guillermo Sucre, que Ida Gramcko era una persona retraída, “floreciente pero no exuberante, (…) más bien pensativa, (…) espontánea y franca al hablar”. Es probable que tales características personales puedan hallarse entre sus versos más íntimos, como también es posible que por ello haya sido una persona tan querida por sus amigos más cercanos. Pero me atrevo a decir que también es probable que ésa haya sido su forma de habitar poéticamente el mundo (sirviéndome de Martin Heidegger, filósofo tantas veces citado en la obra ensayística de Gramcko); que esta haya sido su forma de afrontar los versos que habitan sus poemarios y que su paso pausado pero firme por las letras venezolanas le haya permitido tener imágenes, metáforas y sentidos tan hondos como los que descubrimos al leer su poesía. Aún así tanta calma no la libró de la orfandad con la que dejó de estar en este mundo: Ida Gramcko se fue dejando hecha palabra su existencia y ojalá y todo haya sido tal y como afirma, nuevamente, Guillermo Sucre, de quien me permito tomar algunas palabras pues por más que busco no encuentro la forma precisa para terminar estas notas: “La muerte bella siempre se reclina / en una torre enorme y estrellada, había escrito en uno de sus Sonetos del origen. Como nunca tuvo mucho sentido de la realidad real, ojalá que en el último instante haya imaginado que era así como llegaba la muerte”.
Vida y Obra
Ida Gramcko (Puerto cabello, 11 de octubre de 1924–Caracas, 2 de mayo de 1994). en escolaridad tardía, se gradúa en Filosofía por la universidad central de Venezuela; entra a formar parte del personal docente del Instituto Pedagógico y, más tarde, comienza a ser profesora de la escuela de Letras de la ucV, para permanecer en esta labor durante 14 años. en 1945 empieza a trabajar como reportera policial y cultural de El Nacional, para convertirse en una de las primeras mujeres en este oficio del país. en 1948 viaja a moscú como encargado de negocios con rango de embajadora, carrera que no continuó por no colaborar con la dictadura perezjimenista y con ello se reconoce como la segunda mujer diplomática del mundo. en su obra literaria se destacan los poemarios: Umbral (poemario publicado a sus 18 años y con el cual ganó el segundo lugar en el concurso de poesía de la asociación cultural Iberoamericana), Cámara de cristal, Contra el desnudo corazón del cielo y Poemas (con prólogo de su admirado mariano Picón salas y libro que pasó por un gran escándalo político al estar nominado al Premio nacional de Literatura en plena dictadura militar; gracias a este libro surgió el llamado Primer manifiesto con la dictadura), Poemas de una psicótica; Sol y soledades, Salto Ángel, Los estetas, los mendigos, los héroes, Sonetos del origen y La vara mágica (traducida al ruso por Fedor Kellin y al francés por robert Ganzo); las obras de teatro La hija de Juan Palomo (teatro infantil en verso), María Lionza, La Rubiera, Penélope, Belén Silvera, La dama y el oso, El caballito de los siete colores; el relato imaginario Juan sin miedo; el libro en prosa Magia y amor del pueblo; el cuento infantil Pirulerías; la colección de ensayos y cuentos de ciencia-ficción El jinete de la brisa; y una considerable cantidad de monografías de artistas y escritores venezolanos donde destaca Preciso y continuo, una biografía sobre el pintor mateo manaure. Ida Gramcko, autora prolífica, llegó a publicar más de treinta libros, incontables artículos de prensa, obra toda que le confirió una gran cantidad de premios, entre ellos: en 1961 el Premio de Poesía “José rafael Pocaterra”, en 1962 el Premio municipal de Poesía, en 1977 se le otorga el Premio nacional de Litertura, y en 1983 el Premio enrique otero Vizcarrondo de El Nacional, al mejor artículo de opinión (El Nacional, 20/19/2007, Alfredo Silva Estrada/Papel Literario).