Eliska Krásnohorská – escritora y libretista
Por Elena Horálková
Alzbeta Pechová, su nombre de pila, nació el 18 de noviembre de 1847. Su padre, de profesión barnizador, construyó en Praga una casa para su numerosa familia de 9 hijos. De pequeña, Eliska cursó tan sólo la escuela básica privada, pero su gran sueño era continuar educándose.
Sin embargo, en aquellos tiempos las mujeres con elevado grado de escolaridad eran una excepción, por lo que Eliska decidió ser autodidacta, dedicando al aprendizaje todo su tiempo libre y el poco dinero del que disponía. Con frecuencia amanecía ante los libros y diccionarios que compraba con descuentos en una cercana librería de segunda mano, dedicándose durante el día a coser la ropa para toda la familia.
Siempre descontenta de sí misma, Eliska aprendió como autodidacta los idiomas polaco, francés, ruso e inglés, dedicando gran atención también a la música. Tal vez, si desde sus 16 años no hubiera padecido de una incurable enfermedad de las articulaciones, la literatura checa se habría visto privada de uno de sus mejores exponentes.
De este modo, Eliska Krásnohorská se dedicó a la labor literaria, sobre todo a las traducciones de los grandes poetas y escritores mundiales, como Byron, Puskin, Gonçarov, Mickiewicz, y otros. Y muy pronto comenzó a escribir también poesía.
A la vida literaria indujo a la joven Eliska Krásnohorská otra destacada representante de la vida cultural checa de entonces, Karolina Svetlá, quien recomendó los versos de Eliska al poeta Vít³zslav Hálek. La primera antología poética de Krásnohorská fue editada en 1871 bajo el título de “El vivir de mayo”, seguidos posteriormente por las antologías “Desde «umava”, “Hacia el Sur eslavo” y otros.
Muy exitosos fueron sus libros infantiles, sin embargo, sus dramas y prosas permanecieron siempre a la sombra de su poesía, sus excelentes traducciones y libretos de óperas. Y precisamente Eliska Krásnohorská es la autora, por ejemplo, de los libretos de las conocidas óperas de Bedrich Smetana “El beso”, “La pared del diablo” y “El secreto”.
Krásnohorská contribuyó también al movimiento femenino, colaborando con varias asociaciones y desemepeñándose también como redactora de la “Revista femenina”, alrededor de la cual se formó un círculo de mujeres con alto sentido de integridad nacional. Krásnohorská tuvo méritos en la fundación del primer liceo para muchachas de toda Europa central, denominado Minerva, en 1890, y también en la concesión del permiso para que las muchachas pudieran cursar estudios superiores.
Sin embargo, la época que le tocó vivir estaba plagada de convencionalismos, por lo que las actividades emancipadoras de Krásnohorská no siempre encontraron ecos positivos en la sociedad. Su empeño de superar las opiniones conservadoras despertaban frecuentes críticas por parte de sus colegas masculinos.
Por ejemplo, respecto a sus críticas literarias, en aquella época dominio exclusivo de los hombres, el destacado escritor, Jakub Arbes, sentencionó: “La mujer que se mete en la crítica literaria es un anfibio fastidioso”. No obstante, con el tiempo le llegó el reconocimiento. Cuando Krásnohorská fue la primera mujer en recibir el título de “doctor honoris causa en filosofía”, otorgado por la Universidad Carolina de Praga, lloró de emoción.
Eliska Krásnohorská no se casó nunca, dedicando toda su vida a la obra literaria y organizadora. Agreguemos aún que la lista de los trabajos de esta laboriosa autodidacta llenaría hasta veinte páginas, e incluiría 16 antologías poéticas, cuentos para niños, novelas y piezas teatrales para jóvenes, dramas, libretos para 8 óperas, un sinnúmero de excelentes traducciones, así como gran número de artículos y conferencias.
La personalidad de Eliska Krásnohorská nos recuerda hoy en día su monumento, ubicado en la Plaza de Carlos capitalina.