Биографический материал о Саре де Ибаньес на испанском языке

Nació un verano de soles y de abejas rubias para prender en su oficio de palabras el más claro linaje de los cielos. En Chamberlain, departamento de Tacuarembó, junto al “Hum de los caracoles”, se abrió su canto el 11 de enero de 1909.

Anduvo su infancia entre azahares y glicinas con voz mojada en ruiseñores y pitangas, porque dijo:

Voy a vivir la estrella.

Voy a tocar su frente de alegría.

Voy a estrenar el día.

Voy a olvidar la gran palabra fría.

Y para hacerlo se vistió con “avispas y con uvas” y echó a volar su idioma de fuego y de frescura.

Entre las dunas y barrancas de Santa Isabel de Paso de los Toros corrió su sangre de criatura elegida.

Su voz tembló en batallas y porfías, su pie menudo supo la flecha de los juncos y la juventud del río.

Su mano niña palpó la magia de los trigos, la agreste sinfonía campesina, el polvo y el silencio de las calles de un pueblo que había nacido bajo un cielo de lirio y en cuyo aire ella soltó, a puñados encendidos, mariposas multicolores.

Sara de Ibáñez nació para el canto con los labios mojados de rocío y tendió sus alas en infinito vuelo, porque su pecho fue de pájaro y poesía.

Vivió su infancia en el campo hasta que se radicó en Montevideo en 1923.

En 1928 contrajo matrimonio con el crítico, ensayista y escritor Roberto Ibáñez. No obstante haber creado versos desde la niñez su poesía se reveló en 1938, ya madura, con “Canto”. Pablo Neruda asistió al bautismo lírico de la que él llamó “grande, excepcional y cruel poeta”.

El prólogo del chileno inició el itinerario bibliográfico de Sara de Ibáñez que incluiría, más tarde, ocho obras éditas en vida de lapoetisa, todas premiadas en Uruguay, con dos distinciones post-mortem, una de ellas el Premio Nacional de Literatura bienio 1971-72, otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura, y un volumen póstumo, editado por Losada en 1973.

Desde su canto primigenio las palabras ángel, angélicos, arcángel, son frecuentes.

En “Isla en la tierra”, la poetisa se sitúa primero en sí misma y dice:

Al norte el frío y un jazmín cerrado,

Al este un ruiseñor lleno de espumas.

Al sur la rosa en sus aéreas minas,

Y al oeste un camino ensimismado.

Al norte un ángel yace amordazado.

Al este el llanto ordena sus neblinas.

Al sur mi tierno haz de palmas finas

Y al oeste mi puerta y mi cuidado.

PREMIACIONES:

Un año después de la primera edición de “Canto”, la Comisión Municipal de Cultura de Montevideo, convoca a un concurso literario para celebrar el Centenario del Certamen Poético del 25 de mayo de 1841 y, setenta y dos horas antes de que venciera el plazo estipulado para la presentación de las obras, Sara de Ibáñez decide presentarse.

En tres días crea “Canto a Montevideo”, laureado en esa oportunidad con Premio Unico y Medalla de Oro y, más tarde, con Medalla de Oro discernida por el Jurado de Remuneraciones Artísticas y Literarias del Ministerio de Instrucción Pública.

En 1941 Rafael Alberti, Pedro Henríquez Ureña y Guillermo de la Torre integran el Jurado que le confiere el Premio Unico del Concurso de AIAPE por su “Soneto a Julio Herrera y Reissig”.

Su obra “Pastoral”, obtiene el Premio del Ministerio de Instrucción Pública en el año 1948.

En el año 1952, su obra “Artigas”, obtiene el Primer Premio de la Academia Nacional de Letras.

“Las estaciones y otros poemas”, se editan en 1957 y reciben el Premio del Ministerio de Instrucción Pública.
Las sesenta décimas de la obra se reparten en cuatro secciones: “Primavera”, “Estío”, “Otoño”, “Invierno”.

La autora decía, “Se me pregunta cómo entiendo la poesía. Me apresuro a responder: como un ejercicio de misterio”.

“Apocalipsis XX” es la última obra que Sara de Ibáñez edita en vida, porque su voz física se acalla el 3 de abril de 1971.

Este volumen es el testimonio de su inquietud y congoja ante el hombre que, a pesar de haber realizado extraordinarias conquistas, se ha olvidado de respetar los más nobles valores del espíritu y se debate en odios, sangre, ambiciones y mentiras.

Sara de Ibáñez asumió su muerte con la arrogancia que signaron su inteligencia y su sensibilidad. No se dejó agrietar por las heridas, no de dejó vencer por los concéntricos círculos de un tiempo sin salida.
Domesticó su dolor en claros versos y entre lágrimas de flores comenzó a amanecer su calavera.

Su testamento édito comprende:

“Canto”, año 1940.

“Canto a Montevideo”, año 1941.

“Hora Ciega”, año 1943.

“Soneto a Julio Herrera y Reissig”, año 1943.

“Pastoral”, año 1948.

“Artigas”, año 1952.

“Las estaciones y otros poemas”, año 1957.

“La Batalla”, año 1967.

“Apocalipsis XX”, año 1970.

“Canto póstumo”, año 1973.

“Poemas escogidos”, años 1974.

http://www.tacuy.com.uy/arteycultura/arteycultura/arteycultura/saradeiba%F1ez.htm