La auténtica cubanía de Gertrudis Gómez de Avellaneda
Gertrudis Gómez de Avellaneda recibió su primera influencia literaria de su padre, el Capitán Manuel Gómez de Avellaneda, pues, como ella misma afirma, en su casa (1) no faltaba “el cuarto de libros” donde pasaba el día.
Salió de Cuba a los 22 años (1836) y ya escribía cuentos, poesías y narraciones fantásticas (2), pero el hecho de haber realizado su mayor producción literaria en España, ha creado grandes polémicas en torno a su nacionalidad literaria.
Unos dicen que española, otros que cubana, mucho se ha analizado su obra para demostrar una u otra tesis, ¿Por qué no dejar que ella misma nos exponga sus criterios al respecto? Revisemos su obra, analicémosla y lleguemos a nuestras conclusiones.
Cuando leemos el soneto Al Partir, escrito el 9 de abril de 1836 a bordo del barco que la llevó a España, recordamos otro poema: Himno del desterrado, de José María Heredia, poeta cubano de su época que influyó en gran medida en su obra; Tula, además de citarlo, se nutre de su romanticismo.
Las cartas enviadas a su prima Eloisa, además de ser un ejemplo de la presencia de Heredia en su obra, también muestran su amor a Cuba; el 2 de septiembre de 1836 le dice: “Ya tienes en tu poder la memoria del viaje a Santiago –el de Cuba, claro– y de nuestra estancia allá,… deseando que un día no muy lejano pueda cerrar el círculo y verme otra vez en mi Cuba adorada… “Así repito también los versos de Heredia, el poeta de quien tanto te hablaba allá en nuestras reuniones de niñas sabihondas y presumidas…”.
Y en la próxima, donde le envía la descripción del trayecto en barco de Cuba a España, dice: “¡Cuántas veces, mientras la oía (3), me asaltaba el recuerdo de mi hermosa patria que abandonaba, para siempre acaso!”
El 9 de abril de 1838 le escribe sobre una visita realizada al Jardín Botánico de Lisboa: “En las magnificas estufas o invernaderos del de Lisboa (4) vi con placer muchas plantas de nuestro suelo tropical. Las saludé con el mismo júbilo con que veo a un compatriota, si bien me hicieron repetir ciertos versos de Heredia…”
En otra afirma: “Feliz Cuba, nuestra cara patria, y feliz tú, Eloisa, que no has conocido más cielo que el tuyo.”
Cuba esta presente en todos los géneros literarios recorridos por ella (5), ya sea en la descripción de un paisaje, en los personajes protagónicos, o en frases que demuestran sus sentimientos hacia su tierra natal. En la novela Sab, publicada en 1841y ubicada en un escenario cubano, se ve su aversión a la esclavitud, a la desigualdad entre los hombres, aboga por la igualdad de la mujer y por la libertad de sus sentimientos.
Esta novela encierra más que una historia de amor, lleva consigo los ideales de una mujer que, desafiando la sociedad de su época emite criterios que van en contra de las leyes de ésta. Para su elaboración recibió ayuda de su tío por parte de madre, Francisca Arteaga y Betancourt. Este tío suyo, nombrado Manuel, siempre al tanto de los últimos estrenos y autores teatrales, le remitió por correspondencia los pormenores de la cueva Maria Teresa, ubicada en Sierra de Cubitas y referida en la trama de la novela.
La obra teatral Munio Alfonso, puesta en escena en 1844, fue dedicada en la primera edición a Cuba: “A los habitantes de La Habana en prueba de afecto, y por tributo de gratitud con que han acogido mis primeros ensayos literarios”.
Poemas como Al Sol en un Día de Diciembre y A mi Jilguero también son ejemplos de sus sentimientos, en el último, se identifica con el ave encerrada en una jaula:
¡Por triste simpatía,
Cuando tu pena lloro,
También lloro la mía
Que triste, cuál tu, vivo
Por siempre separada
De mi suelo nativo…
¡De mi Cuba Adorada!
En La Vuelta a la Patria, obra que escribe a su regreso a Cuba en al año1859 con su segundo esposo (regresa a España después de quedar viuda por segunda vez en el año1864) dice:
¡Perla del mar! ¡Cuba hermosa!
………
Torno al fin, torno a pisar
Tus siempre queridas playas,
………
Llevad los tiernos saludos
Que a Cuba mi amor consagra.
En la revista Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello, fundada por Gertrudis a su regreso a Cuba y publicada en La Habana, podemos encontrar su persistente labor en defensa de los derechos femeninos. Las biografías publicadas son prueba de ello, se asientan sobre dos ideas que maneja: la cubanía siempre latente en los escritores emigrados y las capacidades creadoras de la mujer.
Por otro lado, en la novela El Artista Barquero (1861), además de representar un personaje protagónico cubano, se describe un paisaje de su país con todo detalle que al decir de la autora sólo podría lograrlo aquel que hubiera vivido el esplendor de esa naturaleza.
En carta al director del Periódico El Siglo por motivo de una publicación en él de un artículo donde la excluyen de una lista de poetas cubanos por “no ser cubana, sino madrileña” escribe: “Amo con toda mi alma la hermosa patria que me dio el cielo… Tales acusaciones, señor director de El Siglo, solo debían hacer reír a quien como yo ha hecho gala en muchas de sus composiciones de tener por patria la de Heredia, Palma, Milanés, Plácido, Fornaris, Mendive, Agüero, Zenea, Zambrana, Luisa Pérez… y tantos otros verdaderos poetas… ”.
Refiriéndose a este artículo le escribe desde Sevilla a su amigo camagüeyano Luis Pichardo: “no es posible que pretendan negarme mi derecho de nacimiento en Puerto Príncipe”.
El Dr. Salvador Bueno dice de ella: “Cuando era famosa en Madrid y se le halagaba y honraba por sus triunfos literarios, declaró varias veces que se sentía cubana y que debía ser incluida como tal entre los poetas de una antología insular.
En 1891 Martí llama “hispanófobos y literatos de enaguas” a aquellos que querían quitar “la gloria cubana a la Avellaneda”.
Por otro lado, en sus Memorias expresa: “¡Oh, patria! ¡Oh, dulce nombre que el destierro enseña a apreciar! ¡Oh, tesoro que ningún tesoro puede remplazar!”.
Al final de su vida, cuando inició la edición total de sus trabajos, la precedía con estas palabras: “Dedico esta colección completa de mis obras en pequeña demostración de mi grande afecto a mi isla natal, a la hermosa Cuba”.
Estos son sólo una parte de los ejemplos que demuestran que, sin lugar dudas, Cuba está presente en todas las etapas de su creación literaria.
En su obra se ve la añoranza a su tierra natal durante su estancia en Europa, el amor que le profesa y el orgullo de ser una “escritora cubana”, como ella misma se cataloga en carta a El Siglo, por eso nos unimos a lo expresado por Juan Marinello en el artículo Gertrudis Gómez de Avellaneda. Centenario:
“Cubana o Española –cubana en nuestra opinión– la Avellaneda dejó una obra ancha y variada, impetuosa y palpitante, brillante y sabia que ha tenido músculos para bracear cien años y llegar viva hasta nosotros”.
“Se tuvo y la tuvieron por cubana sus estimadores más altos y reclamó su condición de isleña aunque no uniese su fervor al ímpetu revolucionario de su pueblo”
Notas
1. Gertrudis, también conocida como Tula, nació en una casona ubicada en la antigua calle San Juan # 22, hoy Avellaneda, en Puerto Príncipe, el 23 de marzo de 1814.
2. La Avellaneda refiere haber escrito sus primeros versos en 1823.
3. Se refiere a una canción cantada por los marineros a bordo del barco.
5. Cultivó todos los géneros literarios: poesía, drama, novela, relatos, etc.