Биография Гваделупе Амор (на испанском языке).

GUADALUPE “PITA” AMOR
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en VOGUE y UNOMASUNO, México.

“Que todo morirá cuando yo muera
imposible pensar de otra manera”.
(Guadalupe Amor)

Hablamos con la genial escritora Guadalupe Amor, “Pita” Amor para el pueblo mexicano, que la ha transformado en uno de sus íconos. Ha sido elogiada por Alfonso Reyes, Albert Camus y Sartre. Compañera de Pablo Neruda durante una época mexicana del poeta, él la llamaba “como el canto del agua cristalina que corre, te nombro franca e inmemorial, dulcísima…” Se dice que era una de las mujeres más bellas de entonces, no por nada que Diego Rivera la pintó desnuda tres o cuatro veces (“había otras mujeres hermosas, es cierto, pero yo siempre fui la más inteligente”).
Un día -Le gusta cómo vengo vestida? Hay que tener agallas para salir a la calle vestida así, ¿eh? Me puede servir coca-cola. Nosotros sabemos que en el Olimpo no se bebe alcohol, el alcohol es para la servidumbre, ¿está usted de acuerdo?
-Si usted lo dice…
-Bien, como estamos de acuerdo podemos seguir. Me agrada esta mecedora, una mecedora son todas las sillas en una silla, desde un trono real hasta una silla eléctrica. Claro, esta mecedora va en otro boleto, es divina… ¿me puedo sentar en ella?
-Por supuesto.
-Gracias, esta mecedora en que me he sentado es única. Cada cosa es única, ¿está de acuerdo?
-Sí, estoy de acuerdo.
-Bien, como seguimos de acuerdo podremos ser amigos. Yo siempre he creído que cada cosa es única… este instante, preciso, exacto, en que conversamos, nunca más volverá a repetirse, ¡aunque nos juntemos infinitas veces! No se repetirá porque yo nunca estaré pensando lo mismo, ni usted… nunca se bebe dos veces agua de un mismo río, ¿está de acuerdo?
-Sí.
-Bien, como ya somos amigos me puede llamar “Pita”. Así me llaman mis amigos, ¿no le molesta si dibujo mientras conversamos? Vea usted mi bolso dorado, es dorado porque es mágico, aquí traigo mis cartones y mis lápices de colores… óigame, la vida siempre continúa, ¿no le parece? Todo continúa porque todo termina y cambia, ¿está de acuerdo? ¿Le puedo llamar a usted por su nombre?
-Por supuesto.

-Gracias. te voy a tratar de “tú”. Tú también puedes hacerlo, al cabo que yo no soy tan vieja: sólo tengo todos los años de este siglo… más una eternidad. Bueno, ahora me puedes hacer una pregunta, pero te prevengo que te arriesgas a la respuesta. Pregúntame…
-Bien. ¿Qué se considera más: inteligente o sensible?
-Buena pregunta. Mira, yo soy una mujer que ha vivido muchas cosas, pero antes que vivir, he sentido una terrible, inmensa, diabólica necesidad de hacer lo que hago como los dioses: escribir. O sea, que soy ahora lo que siempre fui, una mujer de letras, una artista, y para un artista el arte está sobre la inteligencia y la sensibilidad. ¡El arte está sobre todo! Mira… estoy dibujando un angelito, es un angelito bailando sobre un mundo que se está incendiando, baila sobre un mundo en llamas…
-¿Y por qué baila si el mundo está quemándose?
-¡Justamente por eso! Porque todo se quema, el angelito baila… sabe que de las cenizas todo renace, todo florece renovado, purificado… ¿sus alitas serán rojas o azules? ¡No! ¡Serán amarillas! De un amarillo como el que vi un atardecer lejano, ¡ay, si el mundo pudiera ver los colores que yo veo!… ¿y luego qué más le pongo al angelito?… le pondré entre sus manos una gran rosa roja, roja igual que los labios, roja como el fuego que consume al mundo… Dibujo una rosa roja, la rosa de cualquier jardín y cualquier tarde, la rosa que resurge de la nada, la rosa de los persas y de Ariosto, la que nace por el arte de ser rosa. Mi angelito tendrá entre sus manos la rosa que siempre es sola, la rosa de las rosas, la ardiente y frágil rosa, dibujo la rosa ciega, la rosa inalcanzable, la rosa hueca… ¿en qué piensas?
-Sólo la escucho y la observo mientras dibuja.
-Yo nunca puedo estar sin pensar en algo. Y ahora, ¿en qué piensas?
-En lo que dice.
-¡Nunca, nunca pienses en lo que otro dice! ¡Niégate rotundamente! Sólo piensa en tus pensamientos. Y ahora, ¿en qué piensas?
-Recuerdo un libro suyo que acabo de leer… un libro de sonetos.
-Oh, sí. A mí me ha dado por escribir sonetos como a otros les dio por hacer sonatas, lo mismo que si fueran corcholatas, etiquetas, botones o boletos. A mí me ha dado por descubrir secretos. A mí me ha dado por volar veletas. A mí me ha dado por recordar siluetas y medir bien la luz de los abetos… así es, yo sólo conozco de sonetos como otros conocen de sonatas.
-¿Cree que uno llega realmente a conocer algo?
-Uno llega a conocer sus límites, las fronteras, los diques y los muelles. En los muelles se aguarda al que ha de venir… el amante aguarda al amante. Lo “aguarda”, no lo espera, porque cualquiera aguarda, pero no cualquiera espera. Se espera lo que nadie puede saber… lo secreto, se espera lo… innombrable… se espera…
-…el sueño.
-¡Has acertado! ¡Estás altamente en la verdad! Esperar es una virtud anterior al sueño. Y digo que es una virtud porque el que sabe esperar sabe que triunfó. La espera es anterior al olvido, pero no anterior a la memoria, porque la memoria es una facultad diabólica. La memoria es la que no nos permite olvidar a nuestros grandes amores, la que nos roba el olvido, la que trae desesperación…
-¿Hasta dónde se puede soportar la desesperación?
-Como el tiempo, como el infinito, como la eternidad y como la muerte, la desesperación no tiene límites, simplemente aniquila, destruye. Yo soy una gran desesperada.
-Pero, como todo, también es efímera.
-¿Cómo todo? Estás altamente equivocado, al igual que Antonio Machado, porque nada pasa, todo queda. Nada es efímero, nada es fugaz, nada es fugitivo, y te lo puedo probar matemáticamente. ¿Nunca has jugado con un microscopio? Todo lo que existe, todo lo que ha existido está allí, en un puntito… todo lo contiene un punto. Como éste que he dibujado en el centro de los ojos de mi angelito; aquí está todo el mundo, toda la risa, toda la verdad, porque nada es pasajero, todo se mantiene, nada muere, todo vive transformado, todo existe y seguirá existiendo, eternamente, por todo el tiempo que duren los tiempos… Claro que hablar de esto me deprime, porque como no conduce a nada…
-¿Y algo conduce a algo?
-Observa muchacho, el lápiz con que estoy dibujando, el movimiento que le doy al lápiz conduce a que yo termine el angelito, que por cierto me está quedando divino. También el amor conduce a algo: conduce a explorar profundamente los cielos, ¡y los infiernos! Y el arte conduce a confirmar que la divinidad existe.
-¿Por qué importa que la divinidad exista?
-Para mí es importante porque es una forma de mirarme en un espejo.
-¿No es mejor mirarse en otros ojos?
-Estás altamente en la razón. Lo mejor es mirarse en otros ojos ¡con peligro de fulminarse! Pero mejor hablemos de otra cosa para no deprimirme. ¿Para quién crees que uno escribe?
-Pues, lógico es pensar que uno escribe por una necesidad de hacerlo, quizás se escribe para un lector imaginario…
-¡No! Uno escribe sólo para sí mismo… quizás también para el cielo, pero antes que todo, para uno mismo.
-Cuando se refiere al cielo, ¿habla de Dios?
-¡Silencio muchacho! ¡Basta! ¡No hables del Innombrable! Si supiéramos cómo se llama Aquél que habita en el cielo descubriríamos Su secreto. Hablemos de otra cosa, no, mejor juguemos a algo, juguemos a que alguien nos observa.
-Como en el sueño, antes de despertar…
-…cuando recién abrimos los ojos y comenzamos a sentir…
-…cuando parece que alguien nos abandonara suavemente, en silencio.
-¡Eso! Nos cimunicaremos con “ese alguien”…
-Será una extraña relación. Comencemos.
-Estamos soñando… estamos soñando… no estamos despiertos… soñamos… soñamos…

-…soñamos… la estoy soñando…
-…soñamos… tú eres un sueño mío, soy yo la que te sueña a ti.
-Uno de los dos sueña al otro.
-O ambos nos soñamos.
-O alguien nos sueña a los dos.
-¡No! ¡No! Nadie nos sueña. Somos autónomos. Independientes. Somos libres de movernos, de oír, de hablar, de reír… mis actos nadie los guía. Sólo yo misma. Por obra y gracia de mí misma. Me niego a creer que alguien guía mis actos. ¡No soy una marioneta! ¡Cómo te atreves! Me niego a seguir jugando.
-Bueno, discúlpeme.
-No, discúlpame tú a mí, muchacho. Lo que sucede es que soy una exagerada. Claro, la vida es una exageración. ¿Cómo ves el angelito? ¡Va bien! Aquí a un lado le dibujaré un ajo, un ajo macho para la buena suerte. Que entretenido es ser supersticioso, ¿no te parece? La superstición es terrible, y es peligrosa, porque es el resultado de los más grandes estudios ¡o de la ignorancia total! Ah, pero es infinitamente más terrible el fanatismo. ¡El fanatismo es Nerón incendiando Roma! El fanatismo es duro, inflexible, cruel… en cambio la superstición es casi candorosa, amable, tierna. ¿Entiendes muchacho?
-Sí maestra.
-Me agrada que me llamaras “maestra”, indica que eres un hombre supersticioso, también indica tu humildad, y en honor a ello te voy a regalar algo… sé de la tierra pequeños y mágicos secretos, y te enseñaré algunos. Te voy a dictar algo… te dictaré una receta mágica… anota… te revelaré una receta para curar… ¡la melancolía! Sólo una vez la diré, muy despacio… anota muchacho: título con mayúsculas, pon ahí: CURA DE LA MELANCOLÍA. Punto y aparte. Subráyalo. ¿Sabes qué es la melancolía? La melancolía es un sentimiento pálido que se estaciona en el alma como la niebla, y todos alguna vez la padecemos. La melancolía es como una sensación de aislamiento, de aislamiento voluntario, y allí está su peligro, porque el melancólico desea la resurrección de lo que murió. Por eso es una enfermedad maligna, pues hace perder el valioso tiempo. Recuerda siempre: el tiempo no es oro, el tiempo es vida. Nunca pierdas tu tiempo. Por eso la melancolía es de gente que va acabando, y si alguna vez te ataca, no quiero que te acabe. Anota muchacho:
“Elementos necesarios: dos medidas de oro y una de cobre/ dos medidas de hierba de boldo y una de púrpura de Tiro/ la sangre de un maguey y la piel de tres manzanas más el corazón de una azucena. Anota rápido. Preparación: tritúrese el oro y el cobre hasta convertirlos en un polvo tan fino como la harina. Mezcle con el boldo y la sangre del maguey. Agregar la púrpura, la flor y la fruta. Tómese al mediodía, todo mezclado con vino para quitar el mal sino. ¡Ah, y toma: además te regalo el angelito!

Otro día

-Líbrame, tierra oscura, de mis llaves:/ si pude abrir y refrenar y volver a cerrar el cielo duro,/ doy testimonio de que no fui nada/ de que no fui nadie/ de que no fui… eso es de Pablo Neruda. Fuimos amigos con Pablo, además de otras cosas que no te puedo contar, por recato… sólo te diré que no era sólo superdotado como poeta (ríe)… Cuando venía le gustaba pasar largas temporadas en mi casa de Cuernavaca… decía que todo lo que yo tocaba sufría una transformación. El vivía en el Paseo de la Reforma. Con Neruda pasamos tiempos memorables… algunas tardes también venían Miguel Angel Asturias, León Felipe… nos preocupaba Siqueiros que estaba entonces en la cárcel. Alguien lo había comprometido en una incursión armada a la casa de Trotsky… Pablo escribió luego que no había en el planeta país de mayor profundidad humana que México y su gente.
-¿Eso era en la década de 1930? Ya se veía venir la Segunda Guerra Mundial…
-Así es. Era una época convulsa. Yo era la mujer más bella de México. Bueno, había otras, pero siempre fui la más inteligente. ¡Eso, ni hablar! Soy la primera mujer sobre la tierra que pintó su pelo de color rojo, ¡rojo como el fuego! Me teñí el pelo así cuando hice mi primer viaje a Europa. En Francia todos hablaban de las lenguas de fuego que coronaban mi belleza… en esos días se celebraba en París un encuentro de poetas y a mí me había invitado el “Pen Club” para representar a México… Paul Eluard, Rafael Alberti, Sartre con Simone (ella era “mona”), estaba Picasso y… claro, esa vez fue cuando nos hicimos amigos con Dalí, un encanto. También allí nos conocimos con César (Vallejo), te regalaré un libro suyo… Me moriré en París con aguacero/ un día del cual tengo ya el recuerdo/ moriré en París… cuando yo tuve que hablar, llevé una gran capa dorada que cubría hasta mi sombra”.
Otro día

-Ay, muchacho, hay días en que me miro en el espejo y te juro que veo a un tamal… es que ya casi-casi no tengo cintura.
-Lo importante es que está bien y no tiene ninguna enfermedad.
-Amigo mío, la vejez es por sí misma una enfermedad, ¡la más cruel! Yo creo que la vejez me ha ido desfigurando horriblemente. Cuando se llega a esta edad una siente un vago cansancio general, también se adquiere un sentimiento de desprecio… yo desprecio antes que nada a este cuerpo que se me cansa, que no me sigue el paso, este cuerpo que no me deja seguir siendo Guadalupe Amor, a mí, ¡yo que soy la más joven del mundo! ¿Cómo pude haber llegado hasta ahora? ¿Cómo pude llegar a esto? ¿Cómo pude llegar a envejecer así? ¿Cómo, si soy infinita?… este cuerpo se me va quedando, se va quebrando irremediablemente, satánicamente… y aún sigue siendo a mí a quien le ocurren las cosas, aún soy yo la que importa, la “otra” Guadalupe, esta reina vieja, esta reina de la nada, es la que camina por las calles de México, despacio, paulatinamente, porque ahora camino cada vez con más lentitud… de repente mecánicamente este cuerpo se detiene para mirar la puerta de una iglesia, y no me deja entrar, sigue y prefiere demorarse comprando un vestido… de mí tengo noticias por el correo o veo mi nombre en un diccionario. La “otra” pinta su cara de colores y viste joyas y ama intensamente, esa es la tragedia: porque a esta edad aún se ama como a los quince años.

Otro día

-El ímpetu vital está como dormido en los vegetales, como muerto en los metales y es como un sueño en los animales. A veces es consciente en los hombres.
-Sabemos que a pesar de todo hay algo, un instinto superior.
-Así es muchacho. A pesar de todo, resistimos, todo lo podemos resistir, y cuando la vida se nos hace insoportable, nos despertamos, o nos pegamos un tiro… yo he pensado en suicidarme, pero no lo he hecho… a no ser que sí me haya “despachado”… y ahora quizás estoy muerta… purgando mis culpas… entonces ¿sí lo hice?, ¡estoy muerta!… ¡no puede ser porque yo estoy aquí hablando con… Waldemar! ¡Ay muchacho! ¡Qué bueno que estés aquí! ¡Dime algo por favor, dime algo rápido, rápido o me voy a deprimir!
-Un día Juanito entró al negocio de un hombre que vendía toda clase de objetos, y le dijo: “Usted, ¿me conoce a mí?”. “No”, respondió el hombre. “Y usted, ¿me ha visto alguna vez antes?”. “No”, respondió el hombre. “Y entonces ¿cómo sabe que yo soy yo?”
-(ríe) ¡Otro! Dime otro de Juanito, o me caigo aquí mismo… muerta.
-¿Sabe el de Juanito y el dragón?
-Noo… ¡rápido, dímelo!
-Le pregunto: Dígame “Pita”: ¿qué es más maravilloso: que Juanito abra una puerta y vea a un dragón o que Juanito abra la puerta?
-¡Por supuesto que es más maravilloso que Juanito abra la puerta! Ay, gracias joven amigo, estoy salvada. Me has obligado a pensar. (Dice): La aritmética alarmante/ la matemática fría/ la distante geografía/ el álgebra desquiciante/ la alquimia desconcertante/ la glacial filosofía/ la celeste astronomía/ la teología enajenante/ el ajedrez silencioso/ el dominó misterioso/ el deporte de la lumbre/ que es de los juegos la cumbre/ nunca podrán igualar al deporte de pensar.

Otro día

-Todo es lo mismo. Aquí y en cualquier lugar, ¡en todas partes es lo mismo! Porque desde donde tú estés, desde allí parte todo el resto del mundo. Y te lo dice una aventurera vieja.
-Pero uno se hace ilusiones en los sitios que visita.
-Claro, uno se hace ilusiones que luego se pierden. Mira muchacho, las ilusiones están hechas para ser perdidas, una a una.
-¿Y si no se tienen ilusiones?
-Si no tienes ilusiones: ¡invéntalas! Debes tratar de tener siempre muchas ilusiones para que te puedas dar el lujo de perder una cada día.

Otro día

-Los recuerdos son los que nos aniquilan, los que nos van matando poco a poco. Ay, yo a veces creo que el paraíso está formado de olvido, de purito olvido.
-Si el paraíso estuviera formado de olvido, entonces ya podemos hablar del infierno hecho de memoria.
-Eso es: recordar es el infierno. Por eso cuando olvidamos, conocemos las dichas del paraíso, ¡no los avernos!
-Buen tema para un cuento. Tenemos el infierno formado de memoria y tenemos el paraíso de puro olvido.
-Sí, buen tema. Puede ser la historia de dos personas que han muerto.
-Dos personas que al morir deben ir donde les corresponde, y de acuerdo a sus actos en la tierra.
-Por cierto, estás tomando la concepción cristiana. Para mí, Cristo no es maravilloso por lo divino; es maravilloso por lo humano. Por eso me parece bien que el cuento llevara un matiz de su pensamiento. Entonces tendrían que ser los muertos, uno bueno y el otro malo.
-El bueno se va al cielo y olvida, y el malo se va al infierno y no puede dejar de recordar.
-¡Eso! El castigo es seguir recordando siempre, mantener intacta la memoria con sus errores infinitos. El castigo del infierno es no poder olvidar jamás de los jamases.
-En cambio, cuando el bueno llega al cielo alguien lo llama por su nombre, y contesta: “¿a quién llaman?”, “¿quién es?”, “yo no lo conozco”…
-¡Y es él mismo! ¡Qué divino! Olvidar incluso nuestro nombre. ¡Ay muchacho, sería el delirio total!
-Tendría que ser un cuento de realismo fantástico.
-Tendría que ser como el sueño del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, escrito con la misma gracia con que es narrada la lucha contra los molinos de viento… muchacho, ¿te parece si guardamos un minuto de silencio a la memoria de Cervantes?
-Está bien.

(Haga cuenta el lector que este paréntesis encierra un minuto de silencio)

-¡Ya estuvo!. Además creo que tendría que ser un cuento un tanto irónico, para divertir al lector, algo así como lo que escribió Bernard Shaw para su tumba.
-¿Qué decía?
-Hizo un dibujito en una piedra perdida en la maleza y allí escribió su epitafio: “Aquí yace Sir George Bernard Shaw. ¿Quién demonios era?”.
“Retrato de Guadalupe” por Diego Rivera, óleo, 1949. Último día

-…estoy un poco inquieta. Es porque acepté el compromiso de hacer ese programa de televisión. Es que no tengo costumbre de hacer compromisos, me pongo nerviosa, a mí me gusta hacer lo que se me viene ocurriendo, pero… ni modo, ya acepté. Eso, ¡ni hablar! Ay, debo calmarme, mejor me pondré a dibujar, ¿te parece? Sí, eso es, dibujaré algo alarmante, inquietante, dibujaré una flor “siempreviva”.
-¿Por qué es alarmante una “siempreviva”?
-Justamente por eso, porque está siempre viva. ¿No te parece altamente alarmante? Además estas flores traen buena suerte en el amor, ¿lo sabías?
-No, no lo sabía.
-Pues sí, la “siempreviva” atrae el amor. Todos se quejan de que el amor es difícil, pero no lo es. ¡Es sorpresivo! Una sorpresa que nos sucede cualquier día, a cualquier hora la gente se encuentra para hablar de amor, para hacerle el quite a la muerte, para olvidar el tiempo… cuando termine de dibujar me iré, me iré caminando lentamente, es terrible la lentitud que a una le llega con los años. A veces me parece que los ferrocarriles jamás salen de los andenes, excepto, obviamente, el que lleva a Ana Karenina… Dime algo muchacho, ¿tú como te lavas? Cuando te bañas, ¿cómo lo haces?
-Supongo que como lo hace todo el mundo, normalmente.
-No todo el mundo se lava igual ¡qué dices! Mira muchacho, es muy importante el cómo te lavas porque el agua es el primer elemento mágico, y debes saber cómo utilizarla en tu cuerpo. Dime, ¿te lavas primero bien las manos?
-Así es.
-Bien. Luego debes lavar tu cara y después la cabeza entera. Sigues con los pies hasta los tobillos, luego tus partes privadas y el resto del cuerpo, ¿entendido? Debes lavarte con agua fría, siempre agua fría para que active tu sangre. Y si es de noche, que el agua esté caliente y al final un duchazo frío, es mejor. ¡Ah! Y no salgas al aire inmediatamente cuando utilices agua caliente, porque así previenes cambios de aire, te debes cuidar.
-Gracias, sus consejos son buenos.
-¡Yo no soy buena! Todos mis actos de bondad provienen de mi entendimiento. No soy buena y no tengo por qué serlo. ¡Bastante hago con ser genial! Cuando veo a un grupo de mujeres vulgares, feas, comunes y corrientes, les digo: “Oigan, ustedes, ¿por qué no se suicidan?”. “¿Por qué?”, responden. Y yo les digo: “¡Por estética, por estética!” (ríe)… Me encanta desconcertar a la gente, para que tengan algo de qué hablar. Al igual que me causa contento saber que si hay angustia hay movimiento. Pero hablemos de otra cosa, hablemos del amor, ¿te parece? Bien, yo empiezo: me parece que en el amor triunfó quien se enamoró una sola vez en la vida.

-¿No es un destino pobre?
-No. ¡Es un destino rico! Enamorarse una sola vez en la vida significa “no claudicar”, obtenerlo todo. En cambio, el tener diferentes amores es bifurcarse, dividirse, repartirse, disminuirse, debilitarse, partirse… o sea es como no tener nada. Tener más de un amor es como no tener ninguno. El amor es quien nos enseña que la única manera de vivir es con pasión, ¡y sin compasión!… piénsalo… mmm, ¿cómo va la “siempreviva”? Está quedando divina, le agregaré una viborita para que aleje a los envidiosos. Dime, ¿de dónde crees que salió esta maravillosa idea de dibujar una flor? ¿De dónde crees que nació este deseo mío?
-Pues, supongo que salió de su alma.
-¡No! Yo no creo en el alma, ¿sabes en lo único que creo realmente? Creo sólo en la inteligencia, en lo único que creo es en la mente con todos sus atributos infinitos; yo creo que la única referencia de la divinidad es la inteligencia… ¿qué color le pongo a los ojos de la viborita? ¿rojo? ¿azul? ¿verde? ¿Tú qué color le pondrías?
-Yo no le pondría color alguno.
-¿Ninguno? ¡Tienes razón! ¡Ninguno! ¡Así tendrá todos los colores! Los ojos de mi viborita tendrán todos los colores porque no tienen color alguno, como un prisma, ¡divinos!… entonces, ya terminé. He dado vida a una “siempreviva” y a una viborita. Ahora me voy. Cuando llegue a mi piso te llamaré por teléfono para que sepas cómo he llegado, y te contaré lo que vea en la calle. Quizás antes vaya a caminar un rato por la zona rosa. ¿Te agrada la zona rosa? A mí me fascina, ¡es como un inmenso sanatorio! Hay allí unos mimos muy graciosos, ayer les regalé mi tubo de labios. Y prometí llevarles peines. También les compraré espejos, sombra de ojos, medias elásticas y… unas chinas. Son graciosos porque son los arlequines de la tarde, los niños que juegan a la hora del crepúsculo. Yo sí sé lo que es ser payaso, ¡yo sí que lo sé! Ellos entretienen a la gente, le dan paz. Por eso sólo los veo un momento y luego me aburren, porque yo no busco la paz. A mi edad lo que menos quiero es paz. ¡No busco la paz ni la necesito! Es que tanto he llegado a refinar el tacto que veo claridad en la negrura (dice):

Me fui por una avenida
de negras sombras sombrías,
fui diciendo letanías,
la luna estaba en huida.
Mi sangre destituida.
Eran cien mis agonías
y cien mis melancolías.
Y era un naufragio mi vida.
Un mar azul imposible
por mi sangre insustituible
se quebraba en un oleaje
que era en mi cuerpo un ultraje.
Era el mar, el mar amargo
de mi naufragio tan largo…”

FIN
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Escritor chileno.
Publicado en México (VOGUE/UNOMASUNO)