Биографическая статья “ESCRITORAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XIX. Gertrudis Gómez de Avellaneda”. Портреты поэтессы
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Abrimos esta sección a biografías de escritoras españolas; incluyendo en ella los escritos que Pilar de Sinués de Marco publicó, sobre el tema, en la revista madrileña
We open this section to Spanish writers’ biographies including in her the writings that Pilar de Sinués de Marco published, on the topic, in the magazine from Madrid < The Mail of the Fashion >, the series begins with Gertrudis Gómez de Avellaneda grove and he/she saw the light in the I number 392, XI year of February 28 1861; herself in the Introduction informs, to the readers of the magazine, of the reasons that she has to write on its profession partners. We respect the original spelling.
INTRODUCCION
Vamos á emprender y á dedicar á las bellas suscritoras de EL CORREO DE LA MODA, una tarea muy agradable para nosotros.
Vamos a consagrarles una série de articulo en que les demos á conocer á las Escritoras Españolas, no solo bajo ese titulo, sino también bajo los de hijas, esposas y madres.
Para este objeto, ningun periódico tan á propósito, tanto porque en él se publicaron hace siete años las primeras composiciones, casi infantiles de la que firma estas líneas, y en su redacción han tomado parte casi todas la personales de que vamos á tratar.
No son, empero, amables lectoras, biografías completas las que vamos á ofreceros, sino ligeros apuntes, pues todas aquellas personas á quienes se han de referir, viven para gloria de nuestra patria y para la felicidad de sus familias, y solo podremos levantar una punta del hermoso velo que cubre su vida: dejemos al tiempo venidero, y á la generacion que ha de seguirnos, el noble cuidado de biografias mas extensas.
Tampoco podemos ofrecer, que incluirémos en esta colección á todas las Escritoras Españolas: los inconvenientes de semejante promesa, se conocen desde luego, porque habrá algunas de que no nos sea posible ocuparnos por su modestia ó por otros motivos suyos particulares.
Mas sin embargo, aun nos quedarán bastantes nombres, hermosos y resplandecientes con la luz purísima de la poesía, que respondan de la cultura y del talento de las españolas.
Así dice el sabio é ilustre D. Juan Nicasio Gallego, en su prólogo á las poesías de la señora Avellaneda, la primera de las poetisas de que debemos ocuparnos atendiendo a la época de su aparicion en el mundo literario: y sus palabras nos demuestran la profunda impresión que debió causar aquella aparcion tan radiante como inesperada.
En efecto: en el año 1836, que fue cuando la señora Avellaneda empezó a publicar sus primeras composiciones líricas, con el pseudónimo de La Peregrina, apenas habia poetisas en España: así, pues, fue grande el asombro de todos y el afan con que se empezó á inquirir, quién era y dónde vivia aquella Peregrina, que se apoyaba, como los bardos de la antigua Galia, en una arpa de oro.
Era Gertrudis Gomez de Avellaneda que vio la primera vez en la ciudad de Puerto-Príncipe, un dia del estío de 1816: fueron sus padres, el capitan de navío D. Manuel Gomez de Avellaneda y doña Francisca de Arteaga, hija tambien de la isla de Cuba, pero oriunda de familia española.
Puede calcularse lo que seria la primera educación de Gertrudis, al decir, que en su ciudad natal, no habia entonces ni escuelas ni teatros: sin embargo, su inteligencia y su infantil aficion á la poesía, se la procuraron; desde sus primeros años hizo versos: asi como los pájaros hacen cantando sin que nadie los enseñe, así como la rosa exhala su aroma, aun en medio de gentes materiales é indiferentes, así Gertrudis eslava el himno eterno de su alma en notas dulces y llenas de inocencia y amor.
Perdió á su padre siendo aun muy niña, y casada su madre en segundas nupcias con el coronel Escalada, salieron de Cuba en 1836, trayéndose consigo á Gertrudis, que arribó con su familia a Francia, y vivió en Burdeos algunos meses.
Pasaron despues a residir en La Coruña; y Gertrudis, que ya tenia veinte años, fué atacada de una terrible nostalgia, producida por la pérdida del brillante sol de los trópicos, y la lejanía de su hermoso y abrillantado cielo.
Entonces fué cuando empezaron á aparecer las poesías de La Peregrina: ¡pobre ave de paso, que habia dejado su clima, y en él su alegría y los ensueños de su adolescencia!
Dos años mas tarde, le acometió un vivísimo deseo de visitar la casa solariega de su padre: y embarcándose para Andalucía con su hermano mayor, residió alternativamente en Cádiz, en Sevilla y en Constantina, hasta 1840 que vino a Madrid: presentóse con las sienes ceñidas de las flores que la habian ofrecido los Liceos de Sevilla, de Malaga y de Granada; y vino, además, escudada con la paternal amistad y el acendrado cario que la profesaba el eminente crítico e insigne poeta D. Alberto Lista.
Gertrudis alcanzó desde luego un lugar distinguido por la superioridad de su talento, su clasicismo, buen gusto y entonación vigorosa, no menos que por la elegancia de una forma siempre correcta.
Del año 1841 á 1843, dio al público un volumen de poesía líricas, su novela Sab, que habia escrito recien llegada de América, y otra novela titulada Dos mujeres: poco despues escribió el Espatolino y La Baronesa de Joux, y en la misma época se represento su hermosa tragedia Alfonso Munio. Sucesivamente dió á la escena El Príncipe de Viana, y Ejilona; más en el año 1844 la musa de Gertrudis reposó algunos meses.
En 1845 el Liceo de Madrid abrió un certamen poético proponiendo un premio y un accésit á las dos odas mejores que se presentasen celebrando la clemencia de S. M. la Reina, que habia indultado de la pena capital á un desgraciado reo político. Gertrudis escribió dos odas, firmando la una con su nombre y apellido, y la otra con el de Felipe Escada, que era el de uno de sus hermanos de madre: abiertos los pliegos, se vió que correspondia el accésit á la primera y el premio a la segunda, alcanzando así Gertrudis un triunfo desconocido hasta entonces.
La dulce y tierna cantora de la clemencia real, que era al mismo tiempo el terrible y severo poeta de Alfonso Munio, recibió ademas de los premios ofrecidos, una corona de lurel de oro que la presentó el Liceo, y que en ausencia de S. M. ciñó á sus sienes S. A. el Sr. Infante D. Francisco de Paula.
A principios del año 1846, casó con el señor don Pedro Sabater, uno de sus mejores amigos, y que era en aquella época Diputado á Córtes y Jefe político de Madrid: pero su esposo, enfermo ya, se agravó de modo, que le perdió á los ocho meses de casada.
Tula, que este e el nombre que la damos sus amigos, Tula supo unir durante aquel triste período los sentimientos de la mas tierna esposa, con el religioso celo de una Hermana de la Caridad: acompañó á Paris á su esposo moribundo, y presenció con doloroso esfuerzo la tremenda operación de la traqueotomía que le hicieron, y de vuelta para España recibió en Burdeos su ultimo suspiro.
Tula pasó los primeros meses de su dolor en el convento de Loreto de aquella ciudad, y á fines del mismo año regreso a Madrid.
Durante algun tiempo estuvo enferma, anonadada, por decirlo así: pero luego, deseando distraerse, dio á las columnas de El Heraldo su novela Guatimocin, una de sus obras mas acabadas y perfectas.
En 1850 escribió la tragedia bíblica Saul; en 1851 fueron puestos en escena sus dramas: Recaredo, La verdad vence apariencias; Errores del corazon, y la loa Las glorias de España; en 1852 los dramas: El donativo del diablo y la hija de las Flores, que produjo grande entusiasmo. En 1853 La aventurera y Hortensia, esta última imitada del francés y muy elogiada: en 1854 los dramas La Sonámbula y La hija del rey Rene, y las comedias Simpatía y antipatía, y Oráculos de Talia ó Los duendes de Palacio.
En la solemnidad nacional que tuvo lugar el año 1855 en el salon del Senado para la coronación del Patriarca de nuestra literatura, el gran Quintana, Tula subió a la tribuna y leyó una magnífica y entonada Oda en honor del poeta honrado, en la cual apenas podian distinguirse los versos glosados de Quintana de los suyos propios: tal era la valentía y sonoridad de estos últimos.
En el mismo año, humilló de nuevo su cerviz al yugo del himeneo, contrayendo segundo enlace con el señor don Domingo Verdugo, coronel de artillería, y persona dotada del mas claro talento y de las mas bellas cualidades.
Despues de su segundo matrimonio, ha dado al teatro sus dramas Tres amores y Baltasar, esa magnífica comedia que con tanto entusiasmo ha aplaudido Madrid durante sus numerosas representaciones.
Todos saben la cruel desgracia que abatió el ánimo de Tula, en tanto alcanzaba su talento el mas ruidoso de sus triunfos escénicos: herido su esposo, y corriendo su vida eminente peligro, volvieron para la ilustre escritora los dias de dolor: solo los que la hemos visto de cerca, los que hemos contemplado su abnegación, sabemos hasta donde llega: infatigable para el cuidado de su querido enfermo, su vigorosa y entusiasta naturaleza sabia descender á los cuidados mas árduos, y á las mas esquisistas y delicadas atenciones.
No bien su esposo se halló mas aliviado, marcharon a París, donde permanecieron algunos meses; allí cedió Tula á su editor su España Contemporánea, obra eminente, y que para llevarla á cabo han sido necesarias toda la constancia y laboriosidad que la distinguen.
Pocos dias despues de llegar de París, volvió á salir para su país natal, adonde iba su esposo destinado con un importante cargo militar.
Cuba ha recibido a Tula con aclamaciones de alegria: ha cubierto su cuello de diamantes, y ha ceñido sus sienes con e laurel del Tasso; yo, y quizás yo solo, tenga su imagen adornada con su corona patria.
En la Habana ha dirigido por espacio de seis meses un periódico con el titulo de Album cubano de lo bueno y lo bello: pero ha dejado su direccion por razones particulares, y ahora forma parte de la redaccion de El Diario de la Marina.
¿Qué obra ocupará ahora á nuestra escritora? Lo ignoramos: quizá ninguna; quizá reposa á la sombra de sus hermosas palmeras, y á la orilla de uno de aquellos lagos azules que retratan el cielo de su patria.
Tula es alta y majestuosa, de tez morena, y cabellos y ojos negros; tiene las facciones llenas de encanto y expresión, las manos admirables y la voz de una dulzura encantadora; en su trato es afectuosa, sincera y tierna; en sus sentimientos, noble hasta el heroísmo; viste con lujo y esplendidez, y sus hábitos todos son los de una dama del gran mundo; es generosa, expansiva, y está dotada de una estremada benevolencia hácia todos cuantos la rodean; su lenguaje es siempre poetíco, dulce y elevado, y muchas veces fogoso y sublime.
Yo pido á Dios que la traiga otra vez entre nosotros, porque los desgraciados hallarán muchos socorros para sus desgracias, y sus amigos hallarémos de nuevo á su lado muchas dulces horas de amistad y espansion.
Maria del Pilar de Sinués de Marco